¡Chas! Así, sin darnos cuenta, ha llegado la inteligencia artificial. Algo que nos parecía tan lejano a la mayoría de nosotros, de repente está aquí y ha venido para quedarse.
Hemos dado pasos de gigante hacia una era digital para la que, en gran medida, no estábamos preparados y se ha acelerado el uso de las tecnologías, encontrándonos ante el boom de muchas herramientas que se basan en la IA. Sí o sí, tenemos que adecuarnos al nuevo escenario que tenemos delante, necesitamos nuevos perfiles profesionales, nuevas formas de descubrir y valorar talentos y nuevas formas de gestionar y hacer brillar ese talento, el que está por llegar, y el que ya tenemos.
La gestión del talento humano lleva unos años evolucionando de manera bastante ágil. Se ha ido haciendo cada vez un mayor uso de plataformas digitales que han ayudado a la función de RRHH con el desarrollo de sus estrategias, ya que han agilizado las arduas tareas repetitivas y el análisis de información, facilitando así, la identificación de competencias profesionales, actitudes y aptitudes necesarias para el desempeño eficaz de cada uno de los puestos de trabajo.
Nos ayudan, en definitiva, a realizar una transformación digital del Departamento de RRHH, ganando en eficiencia, siendo más ágiles en los procesos, instaurando culturas corporativas orientadas a la consecución de objetivos estratégicos y ayudando a contar con una visión de mejora continua.
Pero ahora toca dar un paso más, hay que incorporar en esas estrategias el nuevo paradigma de avance sin freno de la inteligencia artificial, desde un punto de vista de acompañamiento. Tenemos que eliminar el miedo hacia este inminente futuro tecnológico, y explotar las capacidades innatas de cada persona, acompañándolas con formación continua para asegurar el éxito en esta evolución.
Sin duda, son esas capacidades innatas o habilidades humanas las que no podrán ser sustituidas por tecnología. Esos talentos son los que hay que descubrir, redescubrir y potenciar. Aquí está el gran reto para RRHH.
Por un lado, tenemos que detectar y adquirir un nuevo talento capaz de crear nuevos entornos y soluciones digitales que permitan a la empresa seguir avanzando. Una vez incorporado este talento, hemos de brindarles espacios para desarrollar sus capacidades y que no merme su creatividad.
Por otro lado, tenemos que ser capaces de redescubrir el talento en las personas que ya están incorporadas en las organizaciones. Llevamos tiempo trabajando los valores organizacionales y vinculándolos con los valores de sostenibilidad, ecología y autocuidado personal. Ahora hemos de incidir más que nunca en el valor agregado de cada persona, como parte de un equipo de trabajo y cuya aportación individual es esencial para cumplir los objetivos, teniendo un impacto directo en el resultado de la organización. Todo el mundo tiene la capacidad innata de ser creativo y la creación tiene lugar en una comunidad solidaria.
Proporcionemos entornos y condiciones adecuadas para fomentar la creatividad y que forme parte del engranaje cultural. Ayudemos a que nos ayuden, disminuyamos miedos, sigamos apostando por la formación continua, redescubramos talento y potenciémoslo.
Nos hemos acostumbrado a desayunar con el cambio, comer con la incertidumbre y ahora estamos empezando a ser conscientes que cenamos con la tecnología. Forman parte de nuestro día a día. Seamos conscientes de ello y saquemos provecho de aquello que nos hace distintos, de aquello que nos hace humanos.
No hay sitio para el miedo ni la duda, la IA ha venido para quedarse, pero sabemos y debemos gestionarlo como corresponde. Pongámonos todos en el lugar adecuado: personas por encima de la tecnología.
***Pilar Jiménez Gallego es Directora de RRHH y Calidad de CPSL y miembro AEDRH.